Volver a lo básico, siempre es importante.
Hay veces que en nuestros análisis como profesionales no enfangamos en procesos
de pensamiento estratégico, altamente complejos, y nos olvidamos que, a veces,
en las respuestas a las preguntas más sencillas, encontramos claves
fundamentales. El arte de la gestión, radica en la capacidad de elaborar las
preguntas adecuadas.
Personalmente, hay una pregunta
que me hago de forma constante para no perder el foco y, sobre todo para no
perder el norte: ¿Por qué y para qué
hacemos marketing?
“Pues para vender” Así
dicho parece una obviedad, pero no lo es tanto. El objetivo de cualquier
empresa es “tener clientes”. Es decir que haya gente que compra nuestros
productos y servicios, que repite la compra, que nos recomienda, etc… Si
tenemos clientes, tenemos empresa y, a partir de ahí todo lo demás. La única
función capaz de hacer que tengamos clientes es el “marketing” y, como decía un
viejo profesor que tuve, que hacía levantarse a la gente de sus asientos, “y todo lo demás sí que son costes”. De
hecho, me gusta definir el marketing como todo aquello que hace que una empresa
pueda tener un cliente que le compre. Todo.
El marketing es una ciencia
compleja que requiere de grandes conocimientos y de grandes habilidades. En
realidad, es una de las profesiones para la que se necesita una integración muy
amplia y diversa de conocimientos: psicología, sociología, estadística,
matemáticas, investigación, previsión, econometría, marketing, etc, etc,….
En mi opinión, son tres los
pilares fundamentales que conforman los cimientos de un buen edificio de
marketing en una empresa:
Un alta
capacidad investigadora: necesitamos “saber” y no “intuir” qué quiere el
mercado, que quieren nuestros clientes, porque nos compran, cuáles son sus
deseos, sus necesidades, cuales son las tendencias, los comportamientos de los
consumidores, etc…. Hemos de recordar que el marketing no es una guerra de
productos, es una batalla de percepciones. En marketing no se puede dar nada
por sentado, ni nada por sabido. Hemos de alejarnos de los convencionalismos y
ser capaces de ser objetivos en nuestros análisis. Todo debe ser puesto en
revisión permanente. Sin un buen
análisis, no hay buenas decisiones y sin
buenas decisiones no hay buenos negocios.
·
Una alta
y eficaz capacidad de comunicación con el mercado: debemos ser capaces de
llegar a nuestros posibles clientes allá donde estén y de la forma en que
quieren que les contactemos. Debemos establecer un diálogo con ellos que nos
permita saber que necesitan, cuando lo necesitan y cómo lo necesitan. En este
sentido el conocimiento del entorno digital se ha vuelto vital como herramienta
para nuestra conexión con los clientes. Hemos de ser creativos e innovadores en
nuestra forma de comunicar con el mercado. No podemos olvidar que la clave está
en la relevancia y la diferenciación. Y por lo tanto debemos ser disruptivos en
nuestros planteamientos. No podemos seguir haciendo una y otra vez las mismas
cosas, esperando resultados diferentes.
·
Una
eficaz gestión comercial: debe haber una exquisita capacidad
comercializadora para que las posibles ventas que derivan de la investigación y
de nuestra capacidad de comunicación, no se pierdan por el camino por cometer
errores en la relación con el cliente, en nuestra capacidad logística y de
distribución, en la resolución de problemas con el cliente o en los procesos de
pagos.
Todo esto, de una forma muy
simplificada es hacer marketing para vender. Por lo tanto si queremos vender no
es posible que tengamos carencias en investigación, carencias en comunicación,
carencias en distribución, carencias en la relación con el cliente, etc…. No es
posible que antepongamos la intuición a la realidad, que antepongamos el
inmovilismo del pasado a nuestra capacidad innovadora. Debemos dejar de lado
expresiones del tipo “es que esto siempre
se ha hecho así” para buscar caminos más disruptivos que nos proporcionen
una nueva visión de los negocios.
Si algo ha demostrado la crisis (está
y las anteriores) es que nada es lo que parece y que tenemos que estar en
constante evolución. Cuando teníamos todas las respuestas, nos han cambiado
todas las preguntas y muchos siguen empeñados en responder de la misma forma
que siempre y siguen sin explicarse porqué su cuenta de resultados sigue sumida
en el caos.
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