lunes, 8 de octubre de 2012

Vendedores


Las Escuelas de Negocios, fundamentamos nuestra razón de ser en el objetivo de formar buenos profesionales para el futuro. El futuro es cambiante y por lo tanto, nos vemos inmersos en un continuo proceso de innovación para poder dar respuesta a ese desafío en tiempo y forma.

El momento actual nos ha llevado a reflexiones muy profundas al respecto de cómo será el futuro y, por lo tanto, como debemos formar a los profesionales y futuros directivos para gestionar ese futuro. Es más, yo diría que, más que para gestionar el futuro, para construir un nuevo futuro.

Como Escuela de Negocios, y desde el punto de vista empresarial, siempre hemos sostenido que el marketing es el epicentro de la estrategia empresarial y eso ha condicionado nuestras especialidades formativas e incluso nuestro nacimiento.

Y es que al preguntarnos cual es el objetivo fundamental de una empresa o la razón de ser de una empresa, más allá de lo que dicen muchas teorías, nosotros pensamos que la empresa sólo tiene una razón de ser: tener clientes. Si tienes clientes, tienes empresa y a partir de ahí podemos concluir muchas más cosas. Tener clientes es una variable que se fundamenta en dos funciones empresariales: el marketing y la innovación. Más allá de lo que estás dos funciones puedan suponer desde un punto de vista técnico, al final de lo que estamos hablando, es de que o la empresa y todos sus miembros tienen “mentalidad comercial” o estamos perdidos. En este punto, radican mucho de los innumerables problemas que presentar la mayor parte de las empresas.

Tener mentalidad comercial no es un asunto exigible exclusivamente al departamento comercial de la empresa (que faltaría más). Tener mentalidad comercial es algo, o debería ser algo, inherente a todos y cada uno de los miembros de la empresa sea, cual sea su función. Porque eso significa que todos trabajamos con un objetivo: poner al cliente en el centro de nuestras actuaciones. Desde el recepcionista hasta el presidente de la compañía. Y esto, que parece una obviedad, pues no lo es tanto, si nos fijamos con detenimiento en cómo actuamos.

Pero ya no es sólo que no estemos siendo capaces de impregnar a toda la compañía de ese ambiente comercial (me pongo enfermo cuando en una empresa preguntas ¿Aquí quien vende? y te contestan “pues los comerciales ¿Quién si no?”. Todavía estoy por encontrar que alguien me diga “Aquí vende todo el mundo, hasta el que reparte el correo”), sino que, incluso, son pocos los jóvenes que quieren dedicarse al campo comercial. Y eso que es de los pocos entornos donde sigue habiendo mucho trabajo y donde las posibilidades económicas son mayores. Nadie quiere ser “vendedor”. Incluso, hasta nos hemos cargado la palabra. Ahora utilizamos eufemismos como “asesor comercial”, “ejecutivo comercial”, “desarrollador de negocio”, etc ….

“VENDEDORES” Si nuestro objetivo es tener clientes y la capacidad de generarlos reside en ellos,  ¿Puede haber alguien más importante dentro de la compañía? Parece obvio….. Pero un buen vendedor, un buen comercial debe ser una persona excelentemente formada porque, precisamente, trabaja para y por el activo más importante que tiene la empresa: sus clientes.

Por eso, nosotros seguiremos erre que erre con este planteamiento. Si hace 45 años nacimos con el objetivo de ayudar al entorno empresarial a crecer y desarrollarse y esto es directamente proporcional a la capacidad de generar clientes, seguiremos apostando por esta área de conocimiento para dar al mercado los mejores profesionales del entorno.