Tras cinco años ya, de
larga y profunda crisis, me pegunto si hemos aprendido algo. ¿Hemos aprendido que no se puede gastar lo que
no se tiene? ¿Hemos aprendido que el control de costes y la eficiencia de las
inversiones no son sólo variables a tener en cuenta en momentos de dificultad?
¿Hemos aprendido que el cliente/consumidor quiere propuestas de valor,
relevantes y diferentes? ¿Hemos aprendido que si hacemos sistemáticamente una y
otra vez lo mismo, no podemos esperar resultados diferentes? ¿Hemos aprendido
que la innovación no es sólo una bonita palabra con la que quedar bien en
determinados foros y que sin ella no hay futuro? ¿Hemos aprendido que el
objetivo fundamental de una compañía es tener clientes? ¿Hemos aprendido que
sin clientes no hay empresa? ¿Hemos aprendido que sin marketing no hay
clientes? ¿Hemos aprendido que el marketing no es un gasto? ¿Hemos aprendido
que nuestras empresas tienen que tener gente preparada? ¿Hemos aprendido que
sin formación no hay preparación y por lo tanto no habrá resultados? ¿Hemos
aprendido que el valor del conocimiento de nuestros empleados y nosotros
mismos, es nuestra única garantía de futuro? ¿Hemos aprendido que el mercado es
global? ¿Hemos aprendido que el emprendimiento no es otra de esas palabras
manidas, sino que es fundamental para garantizar el futuro de una sociedad? ¿Hemos
aprendido el concepto de los precios éticos y justos? Etc…etc..etc……
Porque si después de
cinco años de crisis, después de millones de puestos de trabajo destruidos y de
cientos de miles de empresas desaparecidas no hemos aprendido nada de esto, la
verdad, es que es para matarnos.
Espero
que hayamos aprendido que una empresa es algo muy serio. Que es una pieza clave
en el desarrollo estratégico de una nación, porque más allá de proporcionar a
la sociedad nuevos productos o servicios, proporciona empleo y desarrollo
social, proporciona futuro. Y por eso, no se trata de tener empresas porque sí.
Se trata de tener empresas que funcionen, que fabriquen cosas necesarias,
sostenibles y sólidas. Nos hemos corrido una juerga salvaje, a todos los
niveles, y ahora tenemos que pagar las facturas. Esto está siendo duro y
todavía queda mucho sufrimiento. Ahora todos nos quejamos, pero no nos
acordamos de la gran juerga que nos corrimos.
Como
decía un ilustre jurista hace un tiempo, “deberemos acostumbrarnos de nuevo a
disfrutar de la belleza de un simple puesta de sol, que por cierto es gratis”.
Pues eso.